La Sección Femenina (SF) fue la rama femenina del partido Falange Española, y posteriormente de FET de las JONS. Constituida en Madrid en 1934 y llegó a funcionar durante cuarenta años, siendo disuelta en 1977 tras la muerte del general Franco y el consiguiente desmontaje del régimen.
Fue dirigida desde su nacimiento hasta su liquidación por Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de Falange. Impregnada su Jefa Nacional de un ferviente catolicismo, la rama femenina de la Falange adoptaría las figuras de Isabel la Católica y santa Teresa de Jesús como modelos de conducta y símbolos de su acción. En su momento, la Sección Femenina llegó a tener un poder casi monopolístico al constituir el único órgano femenino de encuadramiento y acción que existía en la dictadura franquista.
Durante la segunda república española, las militantes de la Sección Femenina realizaron tareas de apoyo a la militancia masculina del partido, especialmente visitas a los presos del partido y a sus familias, así como tareas de enlace entre los presos y la calle (mensajes, consignas, etc.). La organización tenía unas 2500 militantes hacia julio de 1936.
El estallido de la guerra civil española supuso un importante cambio para la organización. Sus actividades aumentaron de forma considerable, pasando a desempeñar un gran número de servicios: por ejemplo, dedicándose a prestar apoyo a las familias de los caídos del bando sublevado en la lucha, además de sus tareas anteriores en la retaguardia republicana, y fueron progresivamente adquiriendo protagonismo en la retaguardia de las poblaciones conquistadas por los sublevados, organizando espontáneamente la asistencia básica a la población (ranchos de comida para los niños, ropa, sanidad, reparto de cartillas de racionamiento, etc.) —en competencia con el Auxilio de Invierno, creado para estas funciones por Mercedes Sanz Bachiller—.
En enero de 1937 la SF celebró su primer Consejo Nacional, que empezó el día 6 y fue clausurado tres días después.
No obstante, en la zona sublevada existían otras agrupaciones femeninas además de la Falange, como las «margaritas» del movimiento carlista. La confirmación institucional le llegó a la Sección Femenina en 1937, tras el decreto de Unificación que estableció un partido único —falangistas y carlistas fueron unificados en FET y de las JONS— y la disolución de todos los demás movimientos políticos: la Sección femenina de Falange se convertía así en la única rama política de mujeres que existiría en la zona sublevada.
Hacia 1939 la SF había logrado establecer estrechos vínculos con la Alemania nazi y la Italia fascista; durante el periodo que duró la guerra varias delegaciones de la Sección Femenina realizaron tres viajes a Alemania y un viaje a Italia. A su vez, comitivas de las organizaciones femeninas nazis realizaron visitas de la España franquista. Reflejo de la cercanía con Alemania es el hecho de que dos jerarcas de la SF eran medio alemanas: Clara Stauffer y Carmen Werner Bolín.
Durante la contienda Primo de Rivera llegó a crear una oficina de Prensa y Propaganda de la Sección Femenina, a cargo de la simpatizante nazi Clara Stauffer.
Tras el final de la Guerra civil, a finales de 1939, la estructura orgánica de la Sección Femenina fue reorganizada.
Pilar Primo de Rivera organizó la estructura interna de la Sección Femenina dividiéndola en varias secciones, que se extendían también a otros organismos de FET y de las JONS. De todas ellas, las principales eran: Hermandad de la Ciudad y el Campo, Servicio Exterior, sección femenina del Sindicato Español Universitario y la rama femenina dentro del Frente de Juventudes. No obstante, la labor del Auxilio Social supuso algún que otro enfrentamiento con la Iglesia Católica. En enero de 1945, tras algunos enfrentamientos, logró arrebatarle al Frente de Juventudes su rama femenina y que esta pasase a integrarse en la Sección Femenina como una sección juvenil.
En los primeros años del franquismo se consolidó su papel institucional, al serles encomendado el Auxilio Social. —heredero del anterior «Auxilio de Invierno»— y sobre todo, el control exclusivo de la formación femenina, centrada sobre todo en la instrucción de las jóvenes para ser buenas patriotas, buenas cristianas y buenas esposas. El papel secundario y de sometimiento de la mujer respecto al varón fue recalcado con el paso de los años, y quedó explicitado por Pilar Primo de Rivera en el V Consejo Nacional celebrado en Barcelona en 1941: «Las Secciones Femeninas respecto a sus jefes tienen que tener una actitud de obediencia y subordinación absoluta. Como es siempre el papel de la mujer en la vida, de sumisión al hombre».
Por decreto del 28 de diciembre de 1939, Franco también les entregó el control exclusivo del Servicio Social de la Mujer, émulo fascista del servicio militar masculino. Este decreto también confiaba la formación de las mujeres a la SF, estuviesen o no afiliadas a la organización: aquellas que estuviesen afiliadas a la Sección Femenina recibirían una formación específica y de carácter «profesional», mientras que las no afiliadas recibirían esta «formación» a través del Servicio Social. Unos años después de su instauración, en 1941, 282 224 mujeres cumplieron el Servicio Social realizando distintas labores bien en el Auxilio Social o bien en otros ámbitos —como hospitales, escuelas, orfanatos, comedores infantiles o bibliotecas—. En fechas posteriores llegaron a realizar este servicio hasta un 90% de las mujeres que estaban obligadas a realizarlo.
En 1973, en pleno tardofraquismo, la Sección Femenina tenía unas 279 697 militantes.
Tras la muerte de Franco y el comienzo de la llamada Transición, el organismo —inmerso en una profunda decadencia—encaró su etapa final. El 1 de abril de 1977 el Real Decreto Ley 23/1977 suprimió la Sección Femenina. Con posterioridad, el 4 de julio de 1977 el gobierno acordó la transferencia de algunos de los servicios de la SF a la recién creada Subsecretaría de Familia, Juventud y Deporte. La disolución de la organización matriz, SF, no implicó la desaparición de muchas de sus dependencias; este fue el caso de «Coros y Danzas de España», las Instructoras de Juventudes o los Círculos «Medina», que continuaron existiendo con posterioridad.
Durante el desmontaje de la dictadura franquista muchas de las mujeres vinculadas a la Sección Femenina —alrededor de 24 000— fueron recolocadas con puestos de trabajo en las bibliotecas públicas del Estado, incluso sin haber realizado cursos de reciclaje profesional. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en otras administraciones del estado, esta medida provocó numerosas protestas de los funcionarios del cuerpo de bibliotecarios.